viernes, 20 de junio de 2025

¿Cómo reconocer una pasta fresca artesanal?

(y por qué no se parece a la del supermercado)



Cuando hablamos de pasta fresca, no hablamos sólo de comida. Hablamos de un oficio. De una manera de hacer las cosas que tiene que ver con el respeto por el producto, el tiempo, la técnica, el conocimiento y la tradición.

Una buena pasta se reconoce con los sentidos, pero también con la experiencia. Y no hace falta ser chef para notarlo: alcanza con prestar atención y tener ganas de aprender.

Hoy quiero contarte cuáles son las diferencias más claras entre una pasta artesanal —como la que hacemos todos los días en La Quilmeña— y una pasta industrial. Para que sepas qué estás comiendo, y por qué vale la pena elegir bien.


El color: la sémola habla por sí sola

La pasta artesanal hecha con sémola de trigo candeal y huevo tiene un color amarillo pálido, opaco, natural. Nada de ese amarillo fuerte que parece pintado con fibra.
La sémola, además, le da una textura distinta: más firme, más noble. Es el tipo de harina que se usa cuando se busca calidad, no cantidad.

El aroma: un indicio antes de cocinar

La pasta fresca bien hecha ya huele antes de entrar al agua. Tiene ese perfume sutil a huevo y harina, a masa descansada, a relleno fresco.

La industrial, en cambio, viene sellada, embolsada, sin alma. Muchas veces tiene olor al plástico del envase. ¡O peor! A conservantes...

La textura: la rugosidad que atrapa la salsa

Cuando hablamos de pasta como los fusilli o los macarrones notamos un detalle que no es menor: la buena pasta no es completamente lisa. 
Los elaboramos siguiendo la técnica de pasta al bronzo

La pasta al bronzo es una pasta elaborada con moldes de bronce, lo que le da una textura rugosa y porosa. Esta superficie permite que las salsas se adhieran mejor, realzando el sabor. Es típica de producciones artesanales y refleja una tradición italiana de calidad y elaboración cuidadosa. Esa superficie permite que la salsa se adhiera, no que resbale. Por eso, cuando usás nuestras pastas la salsa acompaña la pasta y no queda en el plato.



El tiempo de cocción: rápido, pero firme

La pasta fresca artesanal cocina más rápido, entre 3 y 5 minutos, y no se deshace.

Esto es clave: no está pensada para durar años en una góndola, sino para consumirse fresca, como corresponde.

Una cocción justa y pareja depende también del grosor parejo, algo que sólo se consigue cuando se trabaja con cuidado, no en serie.

Una buena pasta no necesita trucos. No necesita disfrazarse con mil ingredientes. Cuando está bien hecha, se luce sola, y realza cualquier salsa sin esfuerzo. Esa es la diferencia real: el sabor que viene del tiempo dedicado, de los ingredientes nobles y del saber transmitido generación tras generación.







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